Fotulis y fotelis

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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Yo te quiero, pero…

Esta última semana me descubrí diciendo esa frase varias veces. En ocasiones, al “pero…” le seguía una frase linda, o una frase fea. Por suerte, las frases lindas han sido mayoría.
Estoy cambiando. Y para bien.
Dejé de permitir que gente toxica contamine mi esencia con su forma turbia de manejarse, dejé de permitir que intenten manejarme, dejé de tolerar maltratos, dejé de callar para evitar conflictos.
A veces, el decir “Basta” genera reacciones negativas. No todos están preparados para reconocerse como personas toxicas. Y otras tantas veces, la reacción violenta ayuda al alejamiento que veníamos buscando hace tiempo.
Y te alejás, sin remordimientos, y empezas a descubrir que tenés cerca gente que te dice que no te equivocás, gente que anhelaba que digas “Basta”. Gente que te quiere en serio y que quieren verte florecer.
Siempre digo que tengo muchísima suerte por tener cerca personas sanas.
Mis nuevas amigas (Las de todos los días, las amigas del arte, las amigas con las que puedo contar en buenas y malas) están ahí para apoyar, ayudar a crecer, reír, llorar, acompañar, sin necesidad de planificar nada, simplemente con un “Che, juntémonos” “Dale”. Sin competir, simplemente queriendo caminar el mismo camino, a la par.
Mis amigos de siempre (A los que por tiempo, no veo seguido) que siempre tienen un minutito para preguntar como estoy, para contarme algo, para un “Te quiero mucho” sin necesidad de que sea una fecha “importante”. Querer sin vergüenza, querer sin motivo. Querer. Simplemente.
Los amigos de la música, que enseñan y aprenden con uno, que no necesitan sentirse superiores a nadie ni menospreciar a los que, como yo, recién transitamos nuestros primeros pasos en el arte.
Decir “Yo te quiero mucho, pero…” libera el alma, te alivia el dolor de garganta, te libera la voz, te limpia el alma y te recarga de energía.
Como quien limpia el ropero y saca la ropa fea o que ya no va a usar, limpiarse de gente cada tanto, renueva todo.
 La buena energía atrae gente con buena energía. Y me ha sido muy grato que muchos de mis “Yo te quiero mucho, pero…” tengan como respuesta cosas positivas, un “Yo también” o un “Ya sé, perdoná”, "No sabía que te hacía sentir eso", "Como lo solucionamos?".
Quizás sea la primavera, quizás sea que mi casa huele a jazmines, quizás me haya aburrido de esperar, quien sabe. Pero estoy cambiando. Y para bien. Y soy muy feliz. Y los que realmente me quieren BIEN, son felices al notarlo.

 

sábado, 13 de septiembre de 2014

Gente fósforo.

Soy una convencida de que cierta gente pasa por nuestras vidas en momentos en los que necesitamos que estén. Y luego, una vez cumplido su ciclo, empezamos a necesitar otras cosas. Otras gentes.
 La gente cambia, todos cambiamos. Y todos somos reemplazables.
Todos tenemos una luz, una llama interna. Y existe gente fósforo, que no pueden mantener su llama si no van apagando la del resto.
Yo he vivido muchos años apagada, rodeándome de muchos fósforos, hasta que al fin pude encender mi luz, mi llamita. Y ahí está, manteniéndose pese a todo, intentando ser un fueguito que no se apague con ningún viento, por más tormentoso que sea.
A mi luz le costó años (Y no exagero) encenderse, enfrentar a mis viejos, decirles “Hey, quiero estudiar música, no quiero ser una persona esclavizada a un laburo horrible, quiero ser feliz siendo lo que siempre quise ser”.
 Mi luz necesita gente que la ayude a mantenerse encendida.
Gente que cada tanto me recuerde que me quiere. Gente que en vez de restar, sume. Gente que me abrace. Gente que me incentive. Gente que no necesite que yo esté mal para estar bien ellos. Gente que se haga el tiempo para verme. Gente que me exija verme. Gente que me respete para que yo los respete. Gente que brinde para poder reclamar. Gente que me apoye así los apoyo yo.
Elegí una carrera donde no puedo tener anclas. El artista necesita que lo motiven, que le refuercen el autoestima, que demuestren interés en lo que hace y aprende. Y es jodido darse cuenta que jamás se te brindó eso.
Creo que el amor, la amistad y cualquier unión entre seres de la misma especie se basa en eso. Y es horrible que toda la gente a la que le contás tus dudas sobre alguien que se está volviendo fósforo, te digan que si, que siempre lo creyeron. Que notan actitudes que no están buenas. Que notan celos que ni te dabas cuenta que existian. Que te alejes antes de que te apaguen. Que busques gente que te quiera ver feliz y siempre encendida.
La gente no cambia. El que cambia es uno. Quizás yo cambie. Quizás haya cumplido un ciclo. Quizás al tener mi luz de nuevo encendida, pueda ver cosas que antes, en penumbras, no veía. Quien sabe.
 Duele? Mucho.