Fotulis y fotelis

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miércoles, 22 de abril de 2015

El abrazo que me falta y el abrazo que me sobra

Yo me encariño.
Tejo lazos invisibles desde mi corazón hacia otros corazones.
 Antes no era así. Y me arrepiento muchísimo.
Hubiese querido abrazar más a mi mejor amiga durante los 13 años que la tuve en esta vida.
Hubiera abrazado más a mi abuela, hubiera abrazado más a mi abuelo.
El año pasado aprendí que un abrazo es la forma de comunicación más pura que existe.
Te quiero.
Te extrañé muchísimo.
Te necesito
Yo estoy con vos.
No me dejes sola.
Tengo miedo.
Todo eso, dicho en silencio, y en un abrazo.
Y no hay nada que me duela en el mundo, que ver morir mis ganas de abrazar a alguien. Sentir que ya ese abrazo no ocurrirá. Que ese cariño, ese lazo que tejí, se desvanece.
Siento el alma vacía, con gusto a nada. La garganta rasposa, como si hubiera lagrimas que no brotan.
Quedarse con ganas de dar un abrazo a alguien en especial, es el peor dolor que puede tener un alma. No dar ese abrazo porque ni siquiera te dieron la oportunidad, es una puñalada en el corazón.
Me sobra un abrazo.