Fotulis y fotelis

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viernes, 3 de abril de 2015

En silencio

Me late el corazón.
La saliva me invade la boca.
Trago. El sabor ácido y dulzón me repugna.
Me tiemblan las manos.
No puedo dejar de mover las piernas.
Las paredes parecen ensancharse y arrinconarme. Todo se oscurece.
Algo malo se acerca y mi cuerpo lo siente.
Respiro hondo y cierro los ojos.
Frunzo la boca y me muerdo los labios.
El sabor ácido y dulzón de mi saliva me avisa que las nauseas se aproximan.
Y llegan enseguida.
Y se me acelera el pulso.
Me cuesta respirar.
Me tiembla todo el cuerpo.
El sudor frío me recorre la piel.
No me animo a abrir los ojos.
Tengo miedo.
Quiero salir corriendo.
Quiero llorar.
Camino como un lobo enjaulado.
Siento que las piernas me fallan.
Me siento.
Respiro.
No quiero abrir los ojos.
El corazón se calma.
Respiro.
Abro los ojos.
Respiro.
15 minutos pasaron.
Respiro.
Otro ataque superado.
Respiro.
Me peino, me lavo la cara, sonrío y sigo viviendo.