Fotulis y fotelis

Instagram

lunes, 15 de diciembre de 2014

Amor de-mo-ra

“Odio la palabra novio” dije esta madrugada, acurrucada en un abrazo, luchando por no sacudir las manos, cosa que siempre hago cuando hablo.
“MI NOVIO” me suena a objeto que nos pertenece, me suena a prisión, a rotulo, a dejar de ser uno, para ser propiedad de otro.
Hace más de 3 años que no uso esa palabra y no sé si quiero volver a usarla. Me acostumbré a estar sola y a SER sola. A ser feliz sin necesidad de que mi felicidad depende de alguien más.
“No quiero tener novio. Por ahí si soy más de querer un compañero de ruta” dije, también.
Y cuando volví a casa, mientras me tomaba un té y esperaba que mi perro termine de hacerme su inspección olfativa, pensaba en esa frase.
Yo no sé si mi compañero de ruta existe. No sé si alguna vez lo conoceré. Quizás ya lo conozco y no me di cuenta, o no nos hemos reconocido. O quizás no sea el momento para ambos. O quizás ambos tengamos miedo.
Mi compañero de ruta, mi compañero de vida me hace reir a carcajadas. Nos peleamos como nenes chiquitos, nos reconciliamos como adolescentes y nos amamos como adultos.
Mi compañero de ruta no necesita verme todos los días. Me da alas para volar y me da motivos para volver. Me ama suya, lo amo mio, nos amamos nuestros, pero sin atarnos.
Entiende que estoy acostumbrada a dormir sola, a pesar de que un par de noches duerma con él.
Mi compañero de ruta sabe que para hacerme feliz, tiene que recordarme que me ama y me elige así como soy. Sabe que no necesito plata para pasarla bien, sabe que con estar tirada en la cama mirando una película, soy feliz. Sabe que me gustan más los abrazos que los regalos. Sabe que soy ansiosa y siempre necesito saber de antemano todo, porque detesto la incertidumbre.
Mi compañero de ruta y yo nos entendemos con mirarnos a los ojos. Y nos entendemos tanto, que además de tenernos a nosotros, tenemos al resto. Tenemos proyectos en solitario y en común. Él sabe que mis estudios me importan más que nada, acompaña, ayuda, apoya, incentiva. Así como yo lo hago con los suyos.
No quiero pelear por ver con quien pasamos las fiestas, ni quiero almorzar todos los domingos con la familia, ni salir todos los fines de semanas con sus amigos (O él con los mios). Somos felices juntos y somos felices separados, total, él sabe que me tiene. Y yo sé que lo tengo.

Yo no sé si existirá. Tampoco sé si alguna vez nos encontraremos en esta vida. Pero si de algo estoy segura, es que cuando deba ser, nos reconoceremos. Y nos elegiremos. Porque el amor, difícil como es, se trata únicamente de eso: elegirse.