Con Gisela se fue mi adolescencia, se fueron mis mejores años, se fueron mis risas, mis recuerdos de una etapa en la que solo importaba ser feliz.
Era una persona maravillosa, por dentro y por fuera. Era hermosa, y no se hasta que punto, lo ignoraba. He pasado a sentirlo tanto que parece que la muerta soy yo. Esa mañana de Agosto, una parte de mi murio ahí, en la Ruta 2.
En cada paso que doy, la necesito. Cada fracaso, cada exito, cada risa, cada llanto, me hace falta. Podré haber llenado su lugar con nueva gente, pero siempre está esa ausencia, ese dolorcito en el alma, que sigue ahí, vacio, inalterable.
Desde mis 13 años, cuando entró en mi vida, estuvo, y está. En mi fiesta de 15, ella estuvo. Cada novio al que dejé, ella estuvo. Cuando quedé embarazada, ella estuvo. Cuando parí, estuvo. Cuando me casé, ahí estuvo, poniendo su firma para atestiguar ese momento (de mierda, pero momento al fin). Cada gansada nueva que se me ocurria, estuvo.
Si tan solo pudiera verla una vez más y decirle cuanto significó en mi vida, cuanto la amo, cuan orgullosa estoy de haberla llamado amiga.
Mi unico consuelo, es saber que con su ausencia, queda su recuerdo. Y el recuerdo, en la gente que nos amó en vida, nos hace inmortales. Y la inmortalidad es eterna. Gisela es eterna. Y eso la sigue haciendo UNICA
