Fotulis y fotelis

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miércoles, 13 de enero de 2010

Andrés, el que viene una vez al mes, y los misterios de la isla Sur del cuerpo femenino

Cuando sos una niña linda, buena y pequeña, nada te hace cambiar la fantasía de que es hermoso “Hacerse señorita”. Pasamos años soñando con aquel momento en que la sangre saliendo de nuestro interior nos haga sentirnos mujeres hechas y derechas.

Envidiamos a nuestras amigas que ya conviven entre toallitas y tampones. Nos preocupamos al saber que somos las únicas de nuestro selecto grupo social que aun no recibimos la “visita”

Hasta que un día, cuando no lo esperábamos…llega. Y quien dijo que era lindo? Nos duele la panza, la espalda, sentimos ese maremoto de sangre caliente saliendo por donde el sol tampoco nos da. La menstruación puede llegar cuando menos preparadas estamos.
A mi me llego durmiendo.
Me levante y ahí estaba, manchando mis sabanas.
Ese olor a frigorífico clausurado, ese pegote asqueroso en mis piernas.
Esas sabanas por supuesto fueron al tacho de basura. Mi vieja corrió a contarle hasta a mi vecino. Mi papá me miro con cara de “Ay, no, ahora es cuando empieza todo”. Mi madrina me regalo un oso gigante, y esa noche vinieron mis abuelos a cenar. Comimos empanadas de jamón y queso, mira como me acuerdo…

Conozco a una chica a la que la maldita hemorragia mensual le vino por primera vez en el colegio. No puedo ni imaginármelo. No tenemos un calendario interno que nos avise que ese es el día tan esperado.

No se porque tanta espera. Menstruar es una tortura china. Se nos complica ir a la playa, tenemos que usar ropa interior mas grande, duelen las tetas, el útero, nos hinchamos, nos ponemos de mal humor, nos salen granitos, y si decimos algo, nos preguntan “Te vino?”

Eso por no decir que muchos hombres nos rechazan a la hora de tener sexo, por asco a ensuciarse…Pero por favor!. Como si ellos fueran muy higiénicos!

Las toallitas son horribles. Son pedazos de algodón forrados en tela, con forma de banana aplastada. Los tampones fueron diseñados por una ginecóloga, según dicen…Debe haber sido bastante sádica, porque la idea de que nos metamos ese corcho adentro no pudo haber salido de una mujer. Jamás he visto los tampones con aplicador. Seguramente deben ser carisimos, porque la mayoría de las mujeres tenemos que meternos el coso ese con los dedos, proceso que nos dejara el mencionado dedo manchado. Ni hablar si tenes uñas largas. Si te salvas de rasguñarte, te va a quedar mugre dentro de la uña. AMEN, Hermana!!

No soñaras con usar pantalones de colores claros en esos días. Tendrás miedo de ensuciar sabanas, toallas, perro y al vecino. Si tenes una amiga cómplice, podes pedirle “Ahora me paro y fijate si me manche”. Eso es común en las mujeres. Porque los hombres jamás sabrán lo feo que es estar horas sentada, pararte y sentir la catarata sanguínea que baja como la corriente del Niño. Malditos todos ellos.

Ocurre algo maravillosamente contradictorio con la menstruación. Cuando viene, la odiamos. Cuando no viene, la extrañamos. Los hombres huyen de nuestro lado cuando advertimos que nos vino, pero si les avisamos que tarda en venir, se ponen histéricos.

Un amigo mío me pregunto porque existen tantos tipos, modelos y diseños de toallitas femeninas. No es sencillo enviar a un hombre a comprarlas, porque siempre, indefectiblemente, traerán la que no usamos.

Las hay con o sin perfume, que nunca entendí para que sirven, como si alguien fuera a olfatear tu entrepierna.

Con alas o sin alas, dependiendo de tu actividad física. Toallitas para usar cola less, para evitar que se asome, dando una imagen no muy favorecedora. La cosa, es que casi siempre, indefectiblemente, cuando dormís, la toallita se corre, manchando tu ropa interior.

Los hombres también exigen que estemos perfectamente depiladas. Por suerte hay varias opciones para llevar a cabo. Podemos optar por la maquina de afeitar, que nos va a cortar, nos va a dejar los pelos mas duros y negros, se oxidan y hay q cambiarlas. Ni hablemos de dormir con alguien, porque a la noche vamos a ser unas diosas, pero al amanecer, seremos como esas esponjas que usamos para lavar los platos, todas ásperas y pinchudas. Si optas por las cremas depilatorias, sabrás que la mayoría no sirven, que dan alergia, que te irritan todo.

Si elegís la cera…pobre de vos!. Quema, duele, y mucho!. Podes optar entre pagar porque alguien lo haga por vos, o hacerlo en casa. Para esto tenes que ser contorsionista, porque hacerte una tira de cola vos sola es medio imposible.

El cavado, o línea del bikini, como le dicen en otros países, es un tema complejo. Algunas prefieren ir libres por la vida, sin tocar ni un pelo de la zona. Otras sacan los justo y necesario. Otras se remontan a su niñez y le mandan cera total.

Muchas de nosotras nos hacemos un service completo cuando tenemos que ir al ginecólogo. Nos lavamos, depilamos, encremamos y perfumamos como si ese hombre de blanco fuera nuestro amante misterioso. Me incluyo entre esas mujeres! Ni para una noche salvaje le pongo tanto esmero a mi zona Sur.

Una le mete dedicación a la cosa para que después el malagradecido del medico no diga ni un “Gracias, que lindo que esta todo”. Encima de no notar nuestras horas de producción, nos hace desnudar y abrirnos de piernas sin siquiera invitarnos antes a tomar un café. Nos mete aparatos raros y fríos, que duelen.

Una vez que estaba sentada en esa silla del infierno, con un especulo adentro, mi ginecólogo me pide que tosa, así podía examinarme mejor. Como si fuera fácil toser con eso adentro!. Recuerdo que le conteste “Hagamos una cosa, metetelo vos primero en el culo y fijate si podes toser". Por suerte mi medico es un amor, que si fuese otro, me mete el especulo en la boca, así, sin limpiarlo siquiera. No conformes con eso de meternos la mano, después nos tocan las tetas. Ni música de fondo ponen!. Por lo menos mi adorado ginecólogo después me ayuda a abrocharme el corpiño…que seria mas o menos como que te violen y después te alcancen la ropa para que te vistas.

No me gustan las ginecólogas, son más brutas. Como saben que no duele tanto, te entran sin asco. Estando embarazada, caí de urgencia en el hospital. Me atendió una médica de guardia. Juro por mi hijo que salí rengueando. Años despues, me enteré que es lesbiana. Dios ampare a sus amantes

Encima de todo, una no puede darse el lujo de tener un medico lindo, porque este hombre sabrá tus mas íntimos secretos. Si te pica, si te duele, te arde, cuando te viene, cuando no te viene. Con él no funciona el corpiño relleno. Un ginecólogo es casi como un marido. No te dice cosas lindas. No le importa si te duele o te molesta lo que te esta haciendo. Te vas y ya se olvida de vos antes de que cierres la puerta. Te hace desvestir sola. No quiere tener hijos con vos. Te ve desnuda, en el peor estado de tu vida, te manosea, y no tenes sexo con él!